Sacerdotes Encargados
La Capellanía del Colegio está a cargo de sacerdotes del Opus Dei y tiene como finalidad proporcionar formación cristiana y atención espiritual a padres, profesoras, alumnas, personas de administración y servicios, que libremente lo deseen.Nació en 1978 en Santiago. Estudió en el Colegio Tabancura y en la Universidad de los Andes (Ingeniería Comercial). Trabajó durante 4 años: primero en un banco y después en una empresa de inversiones. Después estudió Teología en Roma y Filosofía en España. Recibió la ordenación sacerdotal el 2014. Le gusta mucho el fútbol y el tenis.
Servicio para alumnas y papás
- Atención espiritual personal
- Retiros Espirituales
- Sacramentos: Comunión, Confesión, Confirmación.
Manual de Oraciones
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V. El ángel del Señor anunció a María; R. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. V. He aquí la esclava del Señor R. Hágase en mí según tu palabra. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. V. Y el Verbo de Dios se hizo hombre. R. Y habitó entre nosotros. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. OREMOS: Te suplicamos Señor, que derrames tu Gracia en nuestras almas, para que, los que por el anuncio del Ángel hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y su Cruz, seamos llevados a la Gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
V. Alégrate Reina del Cielo. ¡Aleluya! R. Porque el que mereciste llevar en tu seno; ¡Aleluya! V. Resucitó como dijo; ¡Aleluya! R. Ruega por nosotros a Dios; ¡Aleluya! V. Gózate y alégrate, Virgen María; ¡Aleluya! R . Porque resucitó, en verdad, el Señor; ¡Aleluya! OREMOS: Oh Dios, que por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, te dignaste regocijar al mundo: concédenos, te suplicamos, que por tu Madre, la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor, Amén.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir de cuantos han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, que hayan sido abandonados de Vos. Animado con esta confianza, a vos también acudo, ¡Oh Virgen Madre de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No despreciéis ¡Oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas; antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión. No me dejes, Madre Mía.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; Por ser Vos quien sois, porque os amo sobre todas las cosas, porque he merecido vuestros castigos, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; y propongo firmemente nunca más pecar, confesarme , cumplir la penitencia que me fuere impuesta, y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos; os ofrezco, Señor, mi vida, mis trabajos y mis obras, en satisfacción de mis pecados; y así como os suplico, así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte Y me daréis gracias para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
Credo (breve)
Comunión Espiritual
Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados; la resurrección de la carne; y la vida eterna. Amén.
Yo quisiera, Señor, recibiros, con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el Espíritu y fervor de los Santos.