No se puede concebir una educación integral sin atender un aspecto tan básico de la formación humana como es el trabajo. En el caso concreto de nuestras alumnas, su trabajo normalmente se resume al estudio y a las responsabilidades diversas que puedan tener en su hogar. A medida que crezcan, habrá que agregar otros posibles trabajos y encargos, fruto de sus intereses personales y de los compromisos que vayan asumiendo.
El trabajo es un medio de crecimiento para el ser humano. Le lleva a poner en práctica numerosas virtudes, como la laboriosidad, la fortaleza, el trabajo en equipo, el orden, la puntualidad, la honestidad, y un largo etcétera. De este modo, el trabajo perfecciona al hombre.
Qué importante es educar a los hijos desde pequeños en una visión positiva sobre el trabajo. Es tan común que los niños reciban de parte de los adultos, al menos de un modo implícito, la idea de que el trabajo es un mal necesario o una fatalidad a la cual estamos obligados sólo para poder ganarnos la vida. Y entonces, qué difícil es que descubran la satisfacción del trabajo bien hecho, o la alegría de aprender, o mejor aún, la maravilla de aportar a los demás con el propio esfuerzo.
En el Colegio, buscamos que nuestras alumnas descubran que el estudio, y las demás responsabilidades de cada cual, son algo bueno y santo, que poner el esfuerzo necesario para trabajar bien es algo que vale la pena, y que debe ser valorado y entendido con una visión positiva, con cierto espíritu deportivo. De este modo, los niñas no perderán la ilusión por aprender cosas nuevas, sabrán agrandarse ante los desafíos y dificultades propios del trabajo, y más adelante, estarán en condiciones de descubrir su propia vocación profesional.